lunes, 23 de mayo de 2011

AMOR HOSPITALARIO - EL BUEN SAMARITANO

LA ESPIRITUALIDAD DE LA SALUD
“UN AMOR EN ACCIÓN”

UNA HISTORIA CON HISTORIA
Un día Jesús contó una historia que hizo historia. La narró para confrontar a uno que, por su mucha sabiduría (saber) era un buen teórico del amor pero con su actitud indiferente, no supo ayudar verdaderamente a la persona necesitada,  fuera quien fuere.
El protagonista de aquel relato – un buen samaritano – dio nombre a toda persona que pasa por la tierra haciendo el bien, generosa, desinteresada y gratuitamente; constituyéndose así en alguien cercano de toda persona que no tiene, no sabe, no puede, está enfermo, solo o abandonado…; ofertando una ayuda concreta, hospitalidad al asaltado, herido, enfermo, en el camino de la vida.
¿Por qué esta sencilla historia – o parábola – continua vigente después de dos mil años? ¿Acaso porque nos hemos acostumbrado a pasar de largo de las personas con indiferencia? ¿Acaso porque hemos borrado de nuestras relaciones la misericordia que mueve a la justicia? Lo cierto es que a nuestra sociedad, y en especial, en los centros asistenciales de los enfermos – hospitales, centros de salud, - está inmersa en una crisis de valores, porque le falta potenciar el don de la misericordia, del servicio con calidad y calidez. Veamos si todavía esta parábola del buen samaritano, después de dos milenios, tiene algo que enseñarnos.
EL RELATO
Se levantó un doctor de la Ley (Toráh) – juez, maestro y experto en leyes - , y dijo para ponerlo a prueba:
“Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?”.
El le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?”. Respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. (Cf. Deut. 6,5 y Lev. 19, 18). Díjole entonces: “Bien, has respondido. Haz eso y vivirás”.
 (Cf. Mt. 5, 43).   
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: “Y ¿quién es mi prójimo?”. Jesús respondió:
Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que después de despojarlo y golpearlo, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. También pasó por allí un levita, lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión: y acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva”.
¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?”. El dijo: “El que practicó la misericordia con él”. Díjole Jesús: “VETE Y HAZ TÚ LO MISMO” (Lc 10, 25-37).
 GESTOS ELOCUENTES DE CARIDAD
Y acercándose” (v.34)
Sucedió lo increíble: un milagro. El samaritano “se movió a compasión” (v.33). Creando un espacio de misericordia, inicio los gestos terapéuticos de la caridad, con nobleza de corazón y capacidad de previsión:
-         Llegó a él (se hizo próximo);
-         Tuvo compasión (se movió su corazón);
-         Se acercó (superó miedos: ¿me harán algo?;
-         Asistió (ad-sistere: ponerse al lado, en su lugar);
-         Ofreció creativamente sus recursos: el botiquín de este samaritano era el usual de entonces para todo caminante prevenido: una cantimplora de vino y alguna vendas de tela);
-         Vendó sus heridas (tal vez aún desgarró su pañuelo de cabeza o su vestido interior de tela);
-         Derramó aceite (para calmar) y vino (para desinfectar), viejo remedio de la farmacopea universal y recomendado por el griego Hipócrates);
-         Lo montó en la propia cabalgadura (se pone como un esclavo o sirviente de su “señor”);
-         Lo llevó a la posada (buscó ayuda adecuada, sin temer que sospecharan, como un extranjero odiado (samaritanos), de estar envuelto en aquella acción);
-         Cuidó de él (entregó su tiempo);
-         Dio dos denarios al posadero (no escatimó en dar de su propio recurso económico, prometiendo volver para hacerse cargo de sus gastos, previniendo así que el herido no dejara de ser atendido por incapacidad económica).
Este buen samaritano, anónimo bienhechor, fue el amor en acción. Lo suyo fue un amor con todo su cuerpo, con toda su alma: amor con los oídos, con los ojos, con los labios, con la compasión, con los pies, con las manos, con la ternura, con la dedicación y con el desprendimiento. Un amor completo, como Dios manda. Realmente, el buen samaritano ejerció el culto de la caridad, con todas sus “prácticas”, como excelente ministro de la caridad:
-         En el mejor altar: el campo de la necesidad concreta;
-         Con la mejor víctima: el cuerpo malherido de aquel hombre, cuerpo sufriente de Cristo;
-         Con vestiduras aptas: aunque rotas, tal vez, para vendar a aquel hombre;
-         Con profunda inclinación, en actitud de ayuda;
-         Con manos santas, purificadas por la caridad;
-         Con solemne música, palabras tiernas de consuelo;
-         Con buena súplica, los gemidos del herido;
-         Con santa devoción: “La devoción que más agrada a Dios es la de preocuparse por los pobres e impedidos por diversas enfermedades” (San León Magno).
Una obra de arte celebrativo de la caridad sin tacha. Una obra de arte de humanismo, porque quien salva la vida de un hombre, salva a la humanidad.
PERFIL DEL BUEN SAMARITANO
-         Corazón accesible a la misericordia,
-         Voluntad que mueve a hacer el bien, bien,
-         Cuerpo hospitalario,
-         Sana motivación,
-         Creatividad en el amor,
-         Intuición y previsión,
-         Solidaridad con ternura,
-         Proximidad auténtica,
-         Actitud de escucha,
-         Obsequio de tiempo,
-         Creación de espacio para la acogida,
-         Comunión de fuerzas,
-         Humanismo en las relaciones interpersonales,
-         Ofrecimiento sin preguntar, sin exigir,
-         Capacidad de descubrir al necesitado.
Buen samaritano es la persona con quien todos se sienten a gusto, hospedados, albergados, contenidos…Quien hace visible la misericordia…
HOSPITALIDAD ES…
H ermandad,
Ocuparse,
Servicio,
Proximidad,
Iniciativa,
Tiempo,
Acogida,
Liberalidad
Imaginación,
Donación,
Amor,
Detenerse.
JESUS, SAMARITANO
De Jesús, la comunidad creyente recordaba que había pasado hospedando, haciendo el bien y curando a los enfermos (Cfr. Hech 10, 38).  Jesús nos invita a ser los buenos samaritanos de hoy, porque había dicho: “Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron” (Mt. 25, 40).
Síntesis del Lic. Ricardo Masqueda, basado en el libro del P. Mateo Bautista, sacerdote camiliano).
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
P. MATEO BAUTISTA, Amor Hospitalario, El Buen samaritano, Ed. San Pablo, 2003, Argentina.




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