jueves, 24 de enero de 2013

EL 65% DE PACIENTES CON FIBROMIALGIA PIERDE PODER ADQUISITIVO POR ENFERMEDAD

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EFE - 23/01/2013
Barcelona, 23 ene (EFE).- El 65 % de los pacientes con fibromialgia ha disminuido sus ingresos a causa de la enfermedad, que además genera gastos extras en un 81 % de los casos, según un estudio presentado hoy por la Fundación de Afectados de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica.
El estudio, dirigido por el jefe del departamento de Epidemiología del Hospital del Mar de Barcelona, Xavier Castells, se ha presentado esta tarde y es el primero en España que analiza el impacto sociolaboral y familiar de la fibromialgia, un síndrome crónico que afecta a 900.000 españoles.
La reducción media de los ingresos de los pacientes con fibromialgia es de 708 euros mensuales, al tiempo que los gastos crecen una media de 230 euros, debido al coste de la medicación y otras terapias necesarias, como la fisioterapia.
"La fibromialgia causa un fuerte impacto económico, de unos 10.000 euros a cada paciente, sumando el aumento de gastos y la pérdida de ingresos", ha explicado a Efe el jefe del servicio de reumatología del Parque de Salud Mar de Barcelona, Jordi Carbonell.
La fibromialgia se caracteriza por un cuadro de dolor crónico generalizado con hipersensibilidad al dolor, que en el 96 % de los casos afecta a mujeres, y no tiene un marcador biológico que facilite su diagnóstico.
La dolencia repercute en la situación laboral de los pacientes ya que, según el estudio, el 41 % es inactivo y en 4 de cada 5 casos afirman que dejaron el trabajo a causa de la enfermedad.
De las personas con fibromialgia que trabajan, un 50 % han tenido absentismo laboral en el último año y un 70 % afirma tener dificultades para rendir en el trabajo.
Asimismo, el 23 % de los pacientes tienen reconocida una situación de invalidez permanente, aunque en la mitad de los casos la administración solo lo reconoció tras una decisión judicial.
El estudio también muestra que los pacientes valoran con un suspenso (4,9) la atención sanitaria recibida, aunque el descontento es mayor con el sistema público - el 42, 9 % no está satisfecho- que con la sanidad privada - el 24 % no está satisfecho-.
Uno de los principales problemas en el ámbito sanitario es el retraso en el diagnóstico -que tarda de media 6,6 años-, que el 45 % de los pacientes recibió después de consultar a más de 5 profesionales.
La edad media de diagnóstico es a los 37 años, aunque cuando más joven es el paciente, más se tarda en diagnosticar la enfermedad.
La fibromialgia también repercute en la vida familiar de los pacientes, ya que el 44% de los pacientes dice depender bastante o totalmente de algún miembro de la familia para realizar las tareas domésticas.
Asimismo, en un 27% de los afectados, algún miembro de su familia ha tenido que cambiar su actividad laboral habitual por las dificultades que presenta el paciente.
El estudio se ha realizado a partir de entrevistas a 325 personas afectadas, de entre 16 y 64 años, de 35 centros de salud representativos de 14 comunidades autónomas, todas excepto País Vasco, Comunidad Valenciana y La Rioja. EFE
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viernes, 18 de enero de 2013

ANATOMÍA DE UN ESTRÉS CRÓNICO



Información recopilada por el Lic. Ricardo Masqueda, integrante de “FIBROMYRIAN FIBROMIALGIA”, a quien agradecemos por su gentileza de proveernos para redifundir, tan valioso material por su rico contenido, y muy relacionado con la Fibromialgia y otras enfermedades afines de sensibilización central. De corazón, esperamos les sea útil, y por sobre todo, que luego de leer reflexionen sobre el estilo de vida que están llevando hoy, y a no perder tiempo para hacer los cambios necesarios ahora, antes de que sea demasiado tarde, porque lo que el estrés-distrés descompone, no tiene repuestos, por lo menos hasta hoy, y se los digo por experiencia, como paciente de Fibromialgia.
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Estoy atrapado en un círculo vicioso: acumulo estrés sobre estrés. Estoy viviendo en modo de supervivencia. ¡Vivo enfermo!
Mi cuerpo me lo dice… a veces me grita una verdad que prefiero callar, que prefiero no escuchar: Cuando no es la gripe que chorrea, es el dolor de garganta que tapona, o el estómago que arde, o mi abdomen que engorda, o la neuritis intercostal que oprime, o esta mi piel que está brotada, o las alergias que me invaden, o los oídos que me zumban, o mi espalda (cervical / lumbar) que me aqueja, o la cabeza que me aturde, o las articulaciones que duelen, o los músculos que se contraen y duelen, o la respiración que me aprisiona.
A veces mi cuerpo elige no hablarme a través de mis órganos, vísceras y músculos, sino que me habla por el lenguaje de los emociones. Entonces me invade la ansiedad, o la depresión profunda, o el miedo. Este lenguaje me es más difícil de entender, me parece demasiado abstracto. ¡No sé qué hacer con esta tristeza, con esta frustración, con este pasado que me agobia, con estas expectativas catastróficas…con esta sensación de no saber cómo resolver!
El estrés crónico trae a la quiebra al sistema inmunológico
Hace tiempo que no logro cubrir el presupuesto de defensa de mi organismo. Mi producción energética no alcanza para comprar suficientes células natural killer (NK), linfocitos T, B y glóbulos blancos, y otros defensores necesarios. Me siento en déficit inmunitario. A veces tengo la ilusión de hacer algunos depósitos (reposos forzados, vitaminas y suplementos, etc.) a mi sistema inmunológico para generar superávit energético, pero al final termino más endeudado. ¡No logro equilibrar el presupuesto energético! Me he llenado de pasivos y he gastado todas mis reservas; todo en aras de “mantener la adaptación y el funcionamiento normal”. De una época para acá vivo tomando prestado – robando - a mi corazón, hígado, riñones y páncreas, para cubrir precariamente mi sistema de defensa externo, con la promesa de devolver lo prestado; pero nunca pago… ¡me ha vuelto un moroso insensible!
Hace tanto tiempo que no hago a mi cuerpo las reparaciones generales de rutina. He dejado de cumplir con los mantenimientos preventivos que mi cuerpo me reclama. En ocasiones ni siquiera he podido cumplir con los mantenimientos correctivos. En estos momentos tengo algunos de los componentes de mi cuerpo fuera de servicio: ¡Esta pierna que cojea…esta mano entumecida! Ha pasado el tiempo y las fallas y desperfectos se han acumulado.
Estoy viviendo muy alcanzado, no logro llegar a fin de mes con este cuerpo, no cumplo con las fechas de pago y los plazos de entrega que mi cuerpo me implora, y se me han acumulado las cuentas: sueño, alimentación, recreación, ejercicios, tiempo familiar, tiempo con Dios; además de éstos kilos, y estos dolores, y este cansancio…y la lista sigue.
Las enfermedades derivadas del estrés crónico son las enfermedades de la incongruencia personal
Desde hace un tiempo atrás mi cuerpo se ha convertido en mi enemigo. He dejado de reconocerlo – lo he alienado- se ha vuelto un extraño para mí. Con frecuencia mi cuerpo envía unos espías misteriosos – los síntomas – que me ponen en incomodidad, que me desarreglan la vida, revelando que está pasando allá dentro de él, como forzándome a prestarle atención.
La mayor parte del tiempo, me hago el desentendido, como si no escuchara lo que es ya un clamor, como si los síntomas no fueron míos. Me cuesta creer que todo esto me esté pasando a mí. Pero como dijo un autor: “Mi cuerpo me acompaña sin mentiras” (Manuel Barroso). Por más que me hago el desentendido y trato de aplacarlo – congraciarme con él - con calmantes, bálsamos, antiácidos, antialérgicos, terapias y sedantes, mi cuerpo nunca calla, nunca miente. Por el contrario, se expresa a través de síntomas, alertándome, inquietándome, previniéndome y forzándome – a veces utilizando medidas extremas – a buscar soluciones inmediatas. ¡Qué fiel es mi cuerpo!
Mi cuerpo me dice que no es mi enemigo, que él es como una caja de resonancia que amplifica y revela como estoy viviendo. El me dice que los espías misteriosos – los síntomas - son mis aliados: mensajeros de noticias ciertas…verdades irrefutables. Que esos espías se han vueltos mensajeros tercos y tenaces (crónicos) no para molestarme, sino que actúan como precursores obligados de una enfermedad que anuncian, pero que no quieren declarar.
Y que aún esta enfermedad que me aqueja no es mi enemiga, sino sólo una forma de expresión de lo que callo: un lenguaje desesperado que él utiliza para provocar mi atención, para sentirse tomado en cuenta; una forma extrema de comunicación para avisarme que he equivocado el camino.
Mi cuerpo me dice que estoy transitando el camino de la enfermedad, que no es más que el camino de la incongruencia, de la desorganización interna, de la desarticulación y desincronización total de mis sistemas vitales; el camino de la no conciencia, del no contacto conmigo mismo (necesidades, anhelos, deseos, sensaciones, emociones) y de la falta de expresión, consecuencia de un estilo de vida: manejo emocional, percepciones, conductas, hábitos y actitudes, caracterizados por la pérdida de integración, propósito, sentido y direccionalidad.
Mi cuerpo me dice que el camino de vida que he elegido, y la forma como ando (velocidad, ritmo, tono, frecuencia) por ese camino, es un entrenamiento seguro para desarrollar y mantener la enfermedad. ¡Ay, parece que me estoy entrenando para enfermarme!
Pero yo no sé qué hacer con estos síntomas: con este dolor…con esta inflamación…con este ardor…con esta opresión. ¡No entiendo este lenguaje de la enfermedad! Quisiera que mi cuerpo “me hablara más claro: más racional, más lógico”. Más él me dice que no le pregunte a él que está pasando, sino que me pregunte yo mismo: qué pasa conmigo que doy lugar a la enfermedad. El me dice que no pregunte por la enfermedad, sino por la persona que tiene la enfermedad.
Urgido mi cuerpo de hablarme y conectarse conmigo, un día hasta me compuso un poema, que en verso dice así (Dr. Nelson Torres):
El cuerpo grita lo que la boca calla
El resfrío "chorrea" cuando el cuerpo no llora.
El dolor de garganta "tapona" cuando no es posible comunicar las aflicciones.
El estómago arde cuando las rabias no consiguen salir.
La diabetes invade cuando la soledad duele.
El cuerpo engorda cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza deprime cuando las dudas aumentan.
El corazón afloja cuando el sentido de la vida parece terminar.
La alergia aparece cuando el perfeccionismo está intolerable.
Las uñas se quiebran cuando las defensas están amenazadas.
El pecho aprieta cuando el orgullo esclaviza.
La presión sube cuando el miedo aprisiona.
Las neurosis paralizan cuando el niño interior tiraniza.
La fiebre calienta cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.
Las rodillas duelen cuando tu orgullo no se doblega.
El cáncer mata cuando te cansas de "vivir".
Y tus dolores callados, ¿cómo hablan en tu cuerpo?
Hoy me muevo en medio de paradojas y contraparadojas, incongruencias y contradicciones con mi cuerpo. Sin embargo, comienzo a darme cuenta, como decía mi profesor, que algo malo está pasando, que “más allá del síntoma, está la enfermedad”. Temo que mi cuerpo me pase una factura que no sea capaz de pagar, por un consumo que no recuerdo, o tal vez quiero olvidar, cuándo lo hice.
Nunca he llevado la contabilidad de mi cuerpo al día. Ni siquiera conservo los soportes de lo que gasté, compré o alguna vez invertí. He dejado de ir al médico, por temor a no pasar la auditoría. Tal vez por miedo o pena, de que el médico me diga que necesito declararme en quiebra.
¡Estoy atrapado en un círculo vicioso, y no sé cómo salir de él! Sé que necesito hacer una pausa, pero no puedo parar. ¡No puedo permitirme estar enfermo ahora! Tengo tantas cosas pendientes por resolver, tantos proyectos que atender, tantas tareas que realizar, tantas metas que lograr...
Converso poco con mi cuerpo, pero cuando ya no lo aguanto, le pido - como una especie de rezo desesperado - que no se vaya a parar. ¡Todavía no!
A modo de conclusión:
El estrés es una respuesta fisiológica y psicológica a acontecimientos que trastornan nuestro equilibrio (Roberta Lee, El Síndrome del Superestrés). El estrés no siempre tiene una connotación negativa. El estrés es normal, como respuesta o reacción del organismo ante un desafío físico o emocional, producto de las demandas del ambiente.
Ahora los seres humanos tendemos a vivir en situaciones estresantes crónicas: fechas límites, exigencias irracionales, condiciones ambientales adversas, etc. Cuando la condición de estrés permanece en el tiempo a pesar de que el agente estresor ya no está presente, se produce un estrés crónico, lo cual implica una pérdida de la capacidad de autorregulación.
El estrés, entonces, que tiene una función adaptativa, termina generando una condición perjudicial para el organismo. En este último caso el organismo sigue bombeando los flujos hormonales, lo cual crea una condición de estado de alerta permanente, que afecta la salud física y emocional.
Una vez roto el equilibrio fisiológico y psicológico el organismo pierde sintonía y balance. Si la pérdida del equilibrio es de largo plazo (estrés crónico), el estrés es perjudicial, limitante e incapacitante; si el estrés es temporal, el organismo tiene la capacidad autorregularse y recuperar el equilibrio.
Demasiada tensión en su vida puede enfermarlo. Llevar en forma prolongada demasiada carga de estrés no constructivo, es como mantener un arco con la cuerda tensada en forma indefinida o dejar una plancha de ropa atascada en la posición de encendido, tarde o temprano algo se va a romper o quemar; y ese algo puede ser usted. Lo que se rompa dependerá en dónde está el eslabón más débil en su cuerpo.
Hay personas que por largo tiempo entrenan su cuerpo para enfermarse. Ponen a operar su cuerpo de una manera disfuncional, descontrolando su sistema nervioso, su sistema endocrino y su sistema cardiovascular, y luego terminan por enfermarse: enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, cáncer, enfermedades gastro – intestinales, etc.
Referencias Bibliográficas:
Medicinas Alternativas, Estrés y fatiga crónica, 2006, Ediciones LEA.
Colbert Don, Emociones que matan, 2003.
Barroso Manuel, Autoestima: Ecología o Catástrofe, 1998.
Dispenza Joe, Desarrolle su Cerebro, 2007, Editorial Kier.
Society for Neuroscience, EEUU, Brain Facts.
PEPSIC- Periódico Electrónico de Psicología, Psiconeuroinmunología:
conexiones entre sistema nervoso y sistema inmune (v.15 n.1 Bogotá
mar. 2008).
Epstein Robert, El gran libro de los juegos para aliviar el estrés,
2001, Ediciones Oniro.
Lee Roberta, El síndrome del Superestrés, 2010, Ediciones Urano.
Soler Jaime y Conangla M. Mrecé, La Ecología Emocional, 2004,
Editorial Amat SL.
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jueves, 3 de enero de 2013

CÓMO VOLVER A LA RUTINA DESPUÉS DE LAS FIESTAS

Fuente: http://www.hoy.com.py/ miércoles 2 de enero de 2013 | 18:51
Cómo volver a la rutina alimenticia. Foto: Saludable.com
No quedan dudas que las fiestas de fin de año implican todo un cambio en los hábitos diarios, entre estos hábitos modificados por estas fechas especiales encontramos el de la alimentación, casi siempre las consecuencias de las fiestas la encontramos o mejor dicho vemos al mirarnos al espejo con esos kilos demás. Ahora bien, como hacemos para volver a la rutina después de tantos excesos; lo primero es desintoxicar nuestro cuerpo para luego volver a los buenos hábitos y los cuidados.
Un propósito que no debiera quedarse en proyecto es la de perder peso ya que unos estudios recientes más del 30% de la gente tiene problemas de obesidad y más de la tercera parte presenta sobrepeso. Pero tan importante como perder peso es desintoxicar nuestro organismo al que, en estas fechas, sometemos a más de un peligroso exceso.
Muchas veces no somos concientes de lo que podemos llegar a consumir esas noches de fiesta, se asegura que en una cena navideña o de fin de año se consumen calorías equivalentes a 5 días.
El problema surge cuando debemos volver a la rutina luego de dos días de mucha comida y alcohol.
Para comenzar con energía el 2013 podemos tener en cuenta estos consejos:
• Tomar medio litro de agua al levantarse, devuelve la hidratación al cuerpo. No probar una gota de alcohol en todo el día
• Alimentarse con verduras y frutas para cuidar la línea y volver con energías al trabajo.
• Dormir para descansar el cuerpo 
• Consumir infusiones no sólo sirve para el estómago, sino que puede mejorar el estado de la piel, sobre todo para esas temidas ojeras y bolsas que aparecen tras el cansancio
• Dieta y ejercicio en los primeros días para crear hábitos saludables para el resto del año.
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