martes, 19 de julio de 2011

LA SEXUALIDAD EN LA FIBROMIALGIA.

Cuando realizamos este trabajo, los estudios sobre la problemática sexual en pacientes con fibromialgia eran prácticamente inexistentes en España y muy escasos a nivel internacional. Sin embargo, nuestra experiencia en la consulta era que existían importantes dificultades en este tema, aunque los pacientes no lo comentaban a los profesionales sanitarios por diferentes causas. (…) Queríamos saber con qué frecuencia aparecían los problemas sexuales en los pacientes con fibromialgia, en qué consistían exactamente, a qué personas les pasaba, qué impacto tenía este tema en la vida del paciente y en su relación de pareja y, finalmente, si estas cuestiones se comentaban o no a los médicos y por qué. Por ello, seleccionamos una muestra de 25 mujeres diagnosticadas de fibromialgia y atendidas en nuestra consulta de fibromialgia del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. (…).
Los resultados que obtuvimos de las entrevistas individuales y de las sesiones de grupo realizadas fueron las siguientes:
1. Las relaciones sexuales son escasas e insatisfactorias: Más del 90% de los pacientes definió así sus relaciones sexuales. Respecto a su frecuencia cuantitativa, la media se encontraba en 1 vez cada dos meses, siendo excepcional el número de pacientes que presentaba una frecuencia superior a 1 coito al mes. Todos ellos confirmaban que la enfermedad había modificado de forma importante sus hábitos sexuales y, aunque la mayoría de ellas se definían como “no muy activas sexualmente” antes de sufrir la enfermedad, consideraban que habían disminuido la frecuencia de las relaciones a menos de un tercio de la actividad sexual previa.
Respecto a las causas que pueden influir en este proceso, los pacientes destacan tres:
a) El dolor muscular / articular: La mayoría de ellas describían las dificultades que les produce el dolor, principalmente articular, pero también muscular. Afirmaban la limitación para encontrar la postura adecuada, la necesidad de utilizar múltiples cojines o accesorios que minimicen las molestias durante el coito, y de cómo tenían que acortar su duración y el juego sexual previo forzando el clímax en el menor tiempo posible antes de que apareciera el dolor. b) También aseguraban que uno de sus pensamientos principales durante el coito es el dolor que van a tener que afrontar durante los días posteriores como consecuencia de los esfuerzos extraordinarios realizados durante el acto sexual, y cómo estos pensamientos los desmotivan a la hora de realizar el acto y disminuían la libido.
c) El dolor ginecológico: En nuestra muestra, al menos un tercio de las pacientes, describía como una causa importante del deterioro de las relaciones sexuales, problemas ginecológicos tipo déficit en la lubricación.
2. Este problema no se habla con los médicos: El 80% de los pacientes confirmaban que nunca habían hablado sobre este tema con ninguno de sus médicos. Las razones que alegan para no hablar son: a) Porque el médico no lo pregunta b) Porque no es importante (dicen que ya se han acostumbrado) o porque piensan que no tiene solución. Cabe destacar que en los grupos de pacientes o en reuniones con otras personas de la asociación de fibromialgia, ocasionalmente sale este tema y se sienten aliviadas al poder comentarlo, porque descubren que es muy frecuente.
3. Relación con la pareja: Más de la mitad de las pacientes opina que sus maridos tienen una gran paciencia y que no ha alterado sustancialmente la relación afectiva aunque sí, lógicamente, la sexual. En los primeros años, el impacto de la enfermedad sobre la función sexual ha podido producir incomprensión y dificultades pero, con el tiempo, la mayoría de los maridos han mostrado un apoyo importante y las pacientes sienten que la relación conyugal es bastante satisfactoria. Sin embargo, consideran que es mucho mayor la incomprensión en el aspecto físico, es decir, en el reparto de tareas de la casa, ya que las parejas (y sobre todo los hijos jóvenes) no les ayudan tanto e, incluso, les recriminan ocasionalmente que no sean capaces de trabajar tanto como antes.
4. Tipo de afectación sexual: Cuando las pacientes describen la afectación sexual que les produce la fibromialgia la que relatan más frecuentemente es la disminución del deseo sexual por el miedo a los dolores que van a sufrir durante los días siguientes al coito. Las dificultades en lubricación es el segundo tipo más frecuente, aunque algunas lo atribuyen a la edad premenopáusica, que es cuando muchas veces aparece la enfermedad. Sin embargo, no parecen existir problemas para alcanzar el orgasmo cuando se tienen relaciones sexuales.
En conclusión, la fibromialgia produce una limitación importante en la función sexual de los pacientes debido, principalmente, al importante dolor osteomuscular al que se asocia durante el acto sexual y a la disminución del deseo sexual por el miedo al dolor que va a producir en los días posteriores al coito .(…)
La exposición de este tema en los grupos fue liberador para muchas pacientes, porque les hizo tomar conciencia de que su caso no es único, y que esta consecuencia de la fibromialgia es muy frecuente.
FUENTE: Dr. Javier García Campayo.
Psiquiatra. Hospital Miguel Servet y Universidad de Zaragoza.

MATERIAL DE APOYO:

FIBROMIALGIA Y SEXO
MANIFESTACIONES, OTROS PROBLEMAS, VIDA DIARIA.

Conseguir una adecuada satisfacción en las relaciones sexuales es un objetivo en la salud y el equilibrio global de cualquier persona adulta. En los pacientes de fibromialgia algunos aspectos del propio trastorno (como el dolor, la fatiga, etc.) o de su tratamiento (los efectos secundarios de algunos fármacos), pueden dificultar el mantenimiento de relaciones sexuales satisfactorias, e incluso a veces, impedir su realización.
Ya hemos descrito algunos de los síntomas más notables en los pacientes de fibromialgia, por lo que no es difícil entender la interferencia que estos pueden llegar a sufrir en sus vidas. Un aspecto más de este deterioro en la calidad de vida puede producirse por las dificultades para disfrutar de las relaciones sexuales, tanto en los casos en los que se cuenta con pareja estable como en el sexo ocasional.
En cuanto a los factores físicos, el dolor y la fatiga son los síntomas que interfieren de forma más notable en la vida sexual del afectado por fibromialgia, a menudo los pacientes describen ese cansancio que hace que sea muy difícil emprender una relación, o el dolor físico ante el contacto de la pareja que puede convertir un acto placentero en todo lo contrario.
En el aspecto emocional, la ansiedad, depresión e incluso los problemas de pareja que emergen a raíz de la enfermedad son más que suficientes para dificultar el disfrute de la vida sexual.
A nivel cognitivo, pueden aparecer dificultades a la hora de concentrarse en las sensaciones placenteras y/o pensamientos negativos del tipo “No voy a poder sentir nada”, “Esto va a salir mal”,  “Mi pareja se enfadará”.
Los factores físicos, emocionales y cognitivos descritos derivan en muchos casos en diferentes problemas sexuales:
·         Causas médicas (dolor, efectos secundarios de los fármacos…),
·        Causas emocionales (depresión, ansiedad, estrés, problemas de pareja…),
·         El malestar general que se deriva de la fibromialgia puede contribuir a la inhibición del deseo sexual,
·         Causas debidas al aprendizaje (inhibición sociocultural, tópicos culturales y sociales o falta de información respecto a la actividad sexual),
·         Dificultad de concentración en las sensaciones sexuales,
·         Incapacidad para relajarse ante la relación sexual,
·         Excesivo control de la excitación sexual,
·         Miedo al fracaso durante la relación sexual,
·         Dificultades para alcanzar el orgasmo,
·         Vaginismo,
·         Dispareunia o dolor en el coito,
·         Bajo o nulo deseo sexual,
·         Fobia al sexo.
Los diferentes problemas en las relaciones sexuales pueden favorecer la aparición de emociones negativas, tales como desilusión, frustración, tristeza. A su vez, estas emociones negativas favorecerán el surgimiento de conflictos y recriminaciones entorno a la relación y no solo por lo que se refiere a la sexualidad, sino, más extensamente, a la relación de pareja. Como consecuencia de dichas tensiones y disputas, no solo el enfermo, sino también su compañero/a se sienten insatisfechos.
La primera de estas medidas es la mejora de la comunicación con nuestra pareja: la mejor forma de conseguir que nuestra pareja haga aquello que nos gusta o no haga aquello que nos duele o molesta es pedírselo; pero teniendo en cuenta que, para mantener su deseo y un clima adecuado, deberemos pedirlo con cariño y amabilidad. Más de la mitad de las personas opina que sus maridos tienen una gran paciencia y que no ha alterado substancialmente la relación afectiva aunque sí, lógicamente, la sexual. En los primeros años, el impacto de la enfermedad sobre la función sexual ha podido producir incomprensión y dificultades pero con el tiempo, la mayoría de los maridos han mostrado un soporte importante y las pacientes sienten que la relación conyugal es bastante satisfactoria.
En el caso de las personas que no tienen pareja estable, las dificultades para mantener relaciones sexuales satisfactorias pueden incidir negativamente en el momento que deciden relacionarse íntimamente con otras personas. Consecuentemente, empeoran las condiciones para conseguir mantener relaciones de pareja estables y duraderas.
Otra de las dificultades asociadas a la actividad sexual es el vaginismo. Esta disfunción suele producirse por el miedo al dolor que puede producir la penetración (dispaurenia). Se genera una contractura del tercio anterior de la vagina que impide la penetración. Esta contractura también puede relacionarse con el dolor propio de la fibromialgia. Si durante alguna de las experiencias sexuales se ha padecido dolor, éste puede quedar condicionado. Es decir, el dolor que ha sufrido la persona durante la relación sexual lleva a que, ante una nueva relación, el propio cuerpo reaccione contrayendo la musculatura para impedir la penetración (el cuerpo mantiene en la memoria que en otra ocasión fue dolorosa, es como un medio de defensa). Esta descripción, que está más centrada en la mujer, también puede ser válida para el hombre. Es decir, puede aparecer dolor en el pene durante la actividad coital y se relacionará con los mismos aspectos ya descritos para el caso de la mujer.
Cada persona es diferente y cada fibromialgia también por lo que la manera de resolver las dificultades sexuales pueden ser muy diferentes, sin embargo lo común es la importancia que tiene la sexualidad dentro de la vida de las personas y el potencial positivo y negativo que puede tener en la calidad de vida. Tener fibromialgia no tiene porqué significar una renuncia a la sexualidad, comprendiendo las posibles interferencias y aprendiendo la mejor manera de resolverlas cualquier persona puede disfrutar de una vida sexual plenamente satisfactoria. El primer paso para lograrlo es entender el sexo como un lenguaje afectivo con la pareja, y no como un lujo para cuando uno se siente en plenas facultades físicas. La sexualidad, es una necesidad básica de la persona y una parte fundamental en la pareja.
Acudir a talleres de sexualidad, buscar información profesional y el acudir a un especialista en sexología son algunos apoyos importantes en los momentos en los que sentimos que la enfermedad está ganando la partida.
Muchas de las posturas clásicas para el mantenimiento de las relaciones sexuales suponen un gran esfuerzo para las personas con fibromialgia. Una estrategia útil en estos casos es utilizar posturas pasivas que produzcan menos fatiga, y movimientos más suaves que resulten agradables, no dolorosos. No existen posturas prohibidas, sino que cada pareja debe estudiarse y decidir en cada caso cual es la que más les beneficia.
Cabe destacar que en los grupos de pacientes o en reuniones con otras personas de la asociación de fibromialgia, ocasionalmente sale este tema y se sienten muy aligeradas en cuanto lo comienzan a comentar, porque descubren que es muy frecuente.
También se deduce que este problema no se consulta con los profesionales sanitarios por falta de confianza en la interrelación médico-paciente.
¿CUÁNDO Y CÓMO TENER RELACIONES SEXUALES?
La manera más satisfactoria es escuchando nuestro propio cuerpo. Si atendemos a las sensaciones de nuestro cuerpo, por ejemplo, si estamos cansados, si hoy la percepción de dolor es menor, si en definitiva nos sentimos en disposición de disfrutar de un momento con la pareja. Si es así, es el momento adecuado. De esta manera nos aseguramos el sentir que la experiencia será agradable. Si forzamos la situación difícilmente nos sentiremos bien, incluso notaremos que resulta desagradable y la próxima vez no nos encontraremos en disposición de tener una  relación sexual. Esto implica, que hemos de aprender a decir no a la pareja cuando no nos apetece. Pero también quiere decir, que si nuestra pareja nos propone tener una relación sexual, demos la oportunidad de sentir, escuchar nuestro cuerpo y probar  a iniciar la relación sexual. No estamos obligados a llegar hasta el final del acto sexual, cabe la posibilidad que, a medio camino, veamos que no estamos del todo dispuestos. Este es el momento de parar y emplazarnos como pareja, para otro momento.
Aprender de un nuevo estilo en las relaciones sexuales, donde la  prioridad es saber cómo nos sentimos y hasta dónde queremos o podemos llegar. Fibromialgia no es equivalente a no poder tener relaciones sexuales, al contrario, incluso es saludable mantener una regularidad, pero modificando aquellos aspectos que pueden entorpecer no solo la relación sexual, sino también la relación de pareja.
Volver a disfrutar de aquellas cosas que nos hacían sentir bien en un tiempo pasado, para ello nos podemos plantear algunas cuestiones tales como ¿nuestras relaciones sexuales, de pareja, fueron en el pasado agradables, satisfactorias, las deseábamos?, ¿cuáles han sido los cambios que se han producido? y de estos cambios ¿hay alguna cosa que podamos recuperar?, ¿Cuáles son las limitaciones actuales?, ¿qué se nos ocurre para superar estas limitaciones?, ¿qué alternativas podemos proponer?, ¿es necesaria la ayuda, el asesoramiento de un profesional de la salud?
Los ejercicios que se proponen en la terapia sexual se conforman como un recurso que ayude a relajarse y disfrutar de la experiencia sensual que genera la relación sexual. El objetivo no es buscar resultados concretos. Se intenta mitigar la preocupación que la persona siente ante la práctica sexual, cambiando la actitud de forma que la sexualidad sea más divertida, que podamos disfrutar practicando sexo con nuestra pareja. Todo ello sin marcarnos objetivos concretos, es decir, que podamos abandonar, continuar o retomar esta actividad ahora lúdica, en el momento que nos apetezca.
Como ya se ha comentado, la principal queja respecto a la inapetencia sexual es que se ha modificado una condición que antes favorecía unas relaciones sexuales óptimas. Para dar solución a esta condición, lo que intentaremos es recuperar reactivar el interés perdido, para enriquecer de nuevo la experiencia sexual.
Otra estrategia terapéutica es la evaluación de las posibles causas del alejamiento afectivo y comunicativo de la pareja, para pasar en un segundo nivel a mejorar los niveles de comunicación verbal, aprender a resolver los nuevos problemas y retos que se le plantean a la pareja. Todo ello, de la manera más efectiva y aportando alternativas de solución que sean aceptables para ambos miembros de la pareja, potenciando la colaboración entre los dos en la resolución de conflictos y dificultades de la vida en pareja. Finalmente, potenciar la expresión de sentimientos y emociones positivas hacia nuestra pareja.
FUENTE: Oscar Asorey Martínez (Psicólogo clínico); Equipo Discasex. Instituto Espill Sexólogos Valencia y Psicólogos Valenciahttp://www.discasex.es/fibromialgia-y-salud-sexual/; Vivir con Fibromialgia Guía de Afibrom; http://fibromialgiayvidaplena.blogspot.com/