El Dr. Carlos Uboldi, uruguayo, es doctor en Medicina, reumatólogo y fisiatra; con posgrado en Psiconeuroinmunoendocrinología. Integrante del equipo interdisciplinario de Fibromialgia y asesor de Grupos de Ayuda Mutua de Artritis Reumatoidea y de Fibromialgia. En el año 2003 sintió la necesidad de especializarse en la fibromialgia, formó un equipo multidisciplinario con psiquiatra, psicóloga y fisioterapeuta, para crear un programa de tratamiento que fuera más eficiente en mejorarles la calidad de vida.
"Escribió el libro "Dolor de Mujer-Fibromialgia" porque para él, algunos médicos la desconocen o la declaran inexistente; quienes la diagnostican no saben cómo tratarla. Los servicios de salud y las autoridades sanitarias le dan poca importancia".
En este libro, el doctor Carlos Uboldi vuelca su experiencia y la de su equipo en esta enfermedad compleja, y mal interpretada, dando luz sobhre sus aspectos oscuros. Además, contiene las vivencias de los propios pacientes, por lo que quise compartir con ustedes, la historia de Magdalena. La historia de Magdalena es un nombre ficticio para resguardar en el anonimato a quien la compartió.
"Tengo actualmente cincuenta años, dos hijos, tres nietos. Estoy separada de mi esposo. He tenido diferentes trabajos y actualmente soy ama de casa. Esta historia comienza en mi niñez, en donde ya padecía de fuertes dolores de cabeza, vómitos, diarrea. En mi adolescencia tenia fuertes dolores menstruales (...). Iba al reumatólogo que me indicaba medicamentos antirreumáticos. Todos los estudios y radiografías fueron normales. La última vez que fui, me preguntó: "¿Qué hace usted acá de nuevo?, ¿sigue dolorida? Yo le contesté: "Doctor, no puedo dormirm me duelen los brazos, las manos, hasta el pelo y las orejas". Se paró muy rápido y me dijo que él ya no podía hacer nada por mí; porque era inútil gastar nada conmigo ya que era una REUMÁTICA CRÓNICA. Fui al ginecólogo, todo normal (...) Me sentía muy cansada, agobiada, dolorida, sin dormir, lloraba mucho...Mi madre sufrió un infarto cerebral y tuve que cuidarla. Tuve problemas económicos y perdí la mutualista. La relación con mi marido era mala. Los médicos me decían: "Usted no tiene nada". Un día mi marido me dijo que me había reservado hora un médico diferente, en CAAMEPA (Centro Asistencial de la Agrupación Médica de Pando).. Llegué a CAAMEPA enojadísima. El médico después de examinarme me dijo: "USTED TIENE FIBROMIALGIA". Me invitó a sentarme y me explicó lo que era esa enfermedad que yo no conocía. Me dio medicamentos, me indicó gimnasia en fisioterapia y ejercicios en la piscina. También me derivó a psiquiatra y psicóloga, porque esa enfermedad requería del trabajo en equipo.
Así comencé mi romance con la fibromialgia. Yo estaba descreída (...) Comencé el tratamiento nuevo; las fisioterapeutas eran excelentes, cariñosas, me enseñaron ejercicios y relajación junto a otras personas con fibromialgia, con las cuales me sentí identificada. A la semana siguiente comencé ejercicios en la piscina, con relajación en el agua. A la tercera semana empecé a mejorar, el dolor iba cediendo: no sentía dolores.
También fui a la psicóloga, quien me preguntó cómo me sentía en mi entorno familiar. Le dije: "Soy el palo mayor de la carpa del circo"; quise decir que si yo no estaba en casam todo se venía abajo. Fui a consulta con psiquiatra.
Todo el equipo profesional estaba contento con mi recuperación. Como cambié mucho gracias a las enseñanzas, a mi familia le costó mucho acostumbrarse a mi nuevo yo. Dejé de ser obsesiva, no no lavaba la loza, no me importaba, tampoco el desorden del cuarto de mis hijos. Sentía como que "había apagado el motor". Dejé de ser el palo mayor de la casa y nada pasó. Solo que a mi esposo no le gustó el cambio en mí y me dejó. Bajé dieciséis kilos sin quererlo, solo ocurrió con mi cambio de vida.
Personas conocidas que me encontraban en la calle me preguntaban: "¿Qué te pasa que estás tan cambiada y más linda?, te ves más joven". "Tengo fibromialgia", les contestaba. He aprendido mucho de los profesionales y de mis compañeras del Grupo de Ayuda Mutua (GAM). El grupo de ayuda mutua de fibromialgia es lo máximo. Mis compañeras son las más queridas, después de mi familia.
He aprendido a conocer mi cuerpo, ahora sé porqué me duele: casi siempre por algún disgusto. Pero también ahora sé cómo combatir el dolor, cómo darle guerra. Hago caminatas, voy a la playa, a bailar...Todo lo disfruto. Voy a clase de crochet y tejido. Mi calidad de vida ha mejorado mucho". (Cf. pág. 29-34).
Esta es la experiencia de vida de Magdalena. Que lindo y saludable sería reflexionar personal o en forma grupal, con mis familiares y amigos sobre este testimonio de vida. Como pista de reflexión, les propongo algunas cuestiones como orientación:
- ¿Qué fue lo que más le llamó la atención en la historia de Magdalena? ¿Porqué?;
-¿Hay algo en común con la historia de Magdalena? o alguna diferencia, ¿En qué?;
- ¿Cómo es la experiencia de diagnóstico y de tratamiento que tienes?; ¿Hay algo que se puede implementar, innovar según tus posibilidades y según tu realidad?
- ¿Qué mensajes te transmite esta historia para afrontar mejor tu situación?
Artículo elaborado por el Lic. Ricardo Masqueda.
Bibliografía Consultada
Dr. Carlos Uboldi, Dolor de Mujer.Fibromialgia. Ediciones del Sur. 2009. Pág. 29-34.
Mayores informaciones. www. fibrosanar. com